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La profecía de las setenta semanas
en el libro de Daniel
-Respuesta al Dispensacionalismo-
Pastor
Sugel Michelén
Iglesia
Bíblica del Señor Jesucristo
¿Qué pensaría usted de un médico que luego de examinarlo no sólo le da
un diagnóstico de la enfermedad que padece, sino que también le predice con
precisión y exactitud cuál será el desarrollo de esa enfermedad en el tiempo:
-Dentro de un mes va a sentir esto y aquello, y en dos meses y medio va a tener
estos síntomas, y un mes después esto otro, y a las cinco semanas de comenzar
el tratamiento el medicamento le va a producir esta y esta reacción-? Y en el
tiempo exacto que el médico ha predicho, cada una de esas cosas comienza a
suceder. ¿Qué pensaría usted de ese médico? Que el individuo tiene un conocimiento
inusual de su profesión, quedaría profundamente sorprendido ante la precisión
con que este hombre puede prever el desarrollo de su enfermedad. Ahora bien,
ningún médico puede predecir con tanta precisión las reacciones del cuerpo
humano; pero el punto aquí es que si eso fuera posible y un médico adquiriera
tal pericia en el manejo de sus pacientes, dejaría “boquiabierto” a todo el
mundo.
En las Escrituras nos topamos con una serie de profecías que no solo
predicen algunos eventos, sino que también establecen el tiempo en que tales
sucesos habrán de ocurrir. Y eso no nos sorprende porque Dios es Dios y Él
conoce el fin desde el principio; Él conoce las cosas que habrán de ocurrir en
el mundo y dónde encaja cada una de ellas en el calendario de los hombres. Por
ejemplo en Génesis 40 José recibe iluminación de parte de Dios para predecir al
jefe de los coperos del rey, que estaba con él en la cárcel, que sería
restablecido en su puesto, y al jefe de los panaderos le predice que en tres
días sería ejecutado, y tal como José lo predijo, en ese mismo lapso de tiempo,
ambas cosas ocurrieron.
En el capítulo siguiente, Génesis 41, mandan a buscar a José para que
interprete el suelo del faraón, las siete vacas flacas, las siete vacas gordas,
las siete espigas llenas y las siete espigas menudas y abatidas por el viento.
Y José predice al faraón que vendrán siete años de abundancia y siete años de
hambruna extrema; y una vez más, en ese lapso de tiempo ocurren esas cosas. No
fueron cinco años de abundancia y nueve de hambre, no fueron seis y ocho,
fueron siete y siete, tal como Dios lo había revelado.
Otro ejemplo impresionante de esa precisión profética es el que
encontramos en 2 Reyes 7, Samaria está sitiada por los sirios y el hambre se
hizo tan insoportable que la cabeza de un asno se vendía por 80 piezas de
plata; y en medio de ese caos, Eliseo le profetiza al rey de Israel que en 24
horas habría tal abundancia en Samaria que unos 9 litros de harina se iban
a vender por centavos, y el doble de esa cantidad de cebada por el mismo
precio. Dice la historia sagrada que uno de los príncipes sobre los cuales se
apoyaba el rey, cuando oyó la profecía dijo en tono de burla que ni que Dios
abriera la ventana de los cielos podría ser eso posible, y Eliseo le responde:
“He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello”, versículo 2. No
vamos a entrar ahora en los detalles de la historia, pero al día siguiente, en
el tiempo señalado por Eliseo, los sirios abandonan apresuradamente en el
campamento, y tal como dijo Eliseo el pueblo atropelló al príncipe aquel que
estaba custodiando la puerta, él vio la abundancia pero no comió de ello, y los
alimentos se vendieron al precio que él había predicho 24 horas antes.
Un ejemplo más que quiero mencionar, antes de tratar el texto en el que
desarrollaremos el tema de hoy es el de la cautividad de Israel, en tiempo del
profeta Daniel; Dios había profetizado que Israel sería llevado en cautiverio
por la nación de Babilonia, y el Profeta Jeremías predice que dicho cautiverio
duraría 70 años, 25:8 al 11. Y anuncia que al final de esos 70 años los judíos
regresarían a su tierra, 29:10, y una vez más la profecía se cumplió en el
tiempo establecido.
Es precisamente en el contexto del cumplimiento de esta profecía que
Daniel clama a Dios por el retorno de Israel, cuando el cautiverio llevaba ya
unos 68 años; esta oración quedó registrad en el capítulo 9 del libro de
Daniel. Como resultado de esta oración el Señor revela a su siervo una de las
predicciones más sorprendentes, no sólo con respecto al retorno de la
cautividad, sino con respecto al tiempo de la aparición del Mesías y lo que
habría de ocurrir en Israel en ese contexto, 9:24 a 27: “Setenta semanas están
determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación,
y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia
perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los
santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para
restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas,
y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos
angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la
ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la
guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con
muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después
con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la
consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”.
Es pertinente que veamos algunas con respecto a los detalles de este
pasaje. Daniel está preocupado por el futuro inmediato de su pueblo y Dios le
envía al ángel Gabriel para darle a conocer lo que habría de ocurrir con Israel
en los años venideros: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad”, la palabra “semanas” significa literalmente “siete”,
por lo que el texto señala “setenta períodos de siete”, y el texto no
especifica si son siete días, o meses o años, simplemente dice “setenta
períodos de siete”, y una serie de cosas habrán de ocurrir en ese tiempo.
Tenemos razones para pensar que estos períodos de siete se refieren a “siete
años”, por lo que estamos hablando de un período total de 490 años, setenta por
siete son 490, que el ángel Gabriel divide a su vez en tres períodos, uno de
siete semanas, otro de 62 semanas y otro de una semana; en otras palabras, 49
años, 434 años y 7 años.
¿Qué predice el texto que habría de ocurrir en ese lapso de tiempo?
Cuatro cosas: la restauración de Jerusalén, la aparición del Mesías, el rechazo
y muerte del Mesías y la destrucción de Jerusalén; eso es, básicamente, lo que
el texto profetiza, aparte de todo lo del versículo 24. Pero, en el desglose
del tiempo, como lo da luego el ángel, eso es lo que habría de ocurrir.
Versículo 25: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden
para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en
tiempos angustiosos”; el ángel revela a Daniel que estos 490 años comenzarían a
correr en el momento en que fuera emitida una orden para restaurar y edificar a
Israel. Y aquí nos topamos de inmediato con una dificultad, este pasaje es muy
difícil; en la historia bíblica nos encontramos con cuatro edictos, órdenes, promulgadas
por distintos monarcas persas, y que de un modo u otro tiene que ver con el
regreso de los exiliados y con la reconstrucción de Jerusalén.
El primer edicto, cuando Ciro el grande permitió el regreso de los
judíos a su tierra para reedificar el templo, eso ocurrió en el año 539 antes
de Cristo, edicto que encontramos en 2 Crónicas 36:22 y 23, y en el libro de
Esdras 1:1 al 4. En esa ocasión los exiliados son conducidos por Zorobabel, y
bajo su dirección levantan un altar para el holocausto, reinauguran el ritual
de los sacrificios y colocan los cimientos del nuevo templo, recuerden que el
templo había sido destruido por Nabucodonosor en el año 586. Muy pronto ese
pequeño remanente de judíos encontró muchas dificultades y problemas, por lo
que no pudieron adelantar gran cosa la reconstrucción del templo, mayormente
por culpa de los samaritanos, quienes pusieron tantos obstáculos que,
finalmente, la obra se detuvo. Así permaneció por 15 años durante los cuales
este grupo de judíos se establecieron en las proximidades de Jerusalén, y se
dedicaron a cultivar sus tierras.
Mientras tanto muere el rey Ciro, en el año 530, le sucede su hijo
Candices, que más tarde fue sucedido por su hijo Darío I, que era miembro de
una rama colateral de la casa real. Y al principio del reinado de este último
monarca, los repatriados reciben un nuevo impulso para continuar la obra, a
través del ministerio profético de Hageo y Zacarías. Tanto el uno como el otro,
alentaron al pueblo a proseguir con la reconstrucción del templo, por lo que
Zorobabel vuelve a la carga. Pero una vez más los samaritanos se enteran y
tratan de parar la obra de nuevo, remitiendo este asunto a la corte real.
Darío recibe el caso, investiga y encuentra el edicto que había sido
emitido por el rey Ciro, por lo que ordena, a través de otro edicto, que los
judíos no fueran estorbados sino que, más bien, se les facilitase toda la ayuda
que el decreto original de Ciro decía. Este es el segundo decreto que fue
promulgado entre los años 519 y 518 antes de Cristo, aunque debemos recalcar
que este fue una confirmación de la validez del decreto anterior de Ciro el
grande, Esdras capítulos 5 y 6. Animados con esta nueva prueba del amor de
Dios, los judíos finalmente reconstruyen el templo, por segunda vez, en el 515 a . de C., aunque en ese
momento no fue totalmente completado ni adornado como debía ser.
El tercer decreto es el de Artajerjes, alrededor del 458 a . de C., sobre el cual
leemos en Esdras 7:11 al 26, en el cual el rey le da a Esdras autoridad para
reorganizar la comunidad judía de Jerusalén, sobre la base de la ley de Moisés,
a la vez que le ofrece todos los recursos que necesita para concluir la
reconstrucción del templo, que recordemos que no fue totalmente terminado en el
tiempo de Darío, y también para que ellos puedan celebrar allí los cultos de
adoración. En esa ocasión regresan con Esdras unas 2.000 personas, que no sólo
comienzan a trabajar en el templo, sino que también inician la reedificación de
la muralla de la ciudad. Los samaritanos vuelven a la carga, y aunque esta vez
no pueden impedir los trabajos del templo, porque el rey lo había autorizado,
si retienen la reconstrucción del muro, y muy probablemente destruyen y queman
lo que los judíos habían hecho hasta ese momento.
Estas son las noticias que recibe Nehemías y de las que leemos en su
libro, 1:3: “Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad,
allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén
derribado, y sus puertas quemadas a fuego”. Esto aflige grandemente a Nehemías;
el rey Artajerjes, quien todavía reinaba y el que había dado el decreto para
que Esdras regresara, se da cuenta de la tristeza de Nehemías y ahí es que este
le pide al rey que le permita regresar a su tierra para reedificar la ciudad y
para fortificar sus muros. Artajerjes accede emitiendo otro decreto, en el año 444 a . de C. y acerca del
cual leemos en Nehemías 2:1 al 8.
Así que tenemos el decreto del rey Ciro en el año 539 a . de C.; el de Darío I
ratificando el de Ciro entre los años 519 y 518; el primero edicto de
Artajerjes alrededor del 458 y el segundo decreto de este mismo rey en el 444,
en los días de Nehemías.
Pregunta: ¿A cuál de estos decretos es que se refiere el ángel en Daniel
9:25? En cuanto al decreto de Ciro, el primero de todos, debemos notar que la
orden que se menciona en Daniel 9:25 tenía que ver con la restauración y
edificación de Jerusalén, y se nos dice que en ese contexto se volvería a
edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos, versículo 25: “Sabe, pues,
y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos
semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”. Nada
de eso ocurrió en el momento en que el primer grupo de exiliados llegó a
Jerusalén, aparte de que si comenzamos a contar los 490 años de las 70 semanas,
a partir del 539 a .
de C., eso nos llevará al 49 a .
de C., o sea que Cristo ni siquiera ha nacido todavía. Así que el decreto de Ciro
tenemos que descartarlo.
Lo mismo podemos decir del decreto de Darío I, que no es más que una
confirmación del anterior. Eso nos deja con dos opciones, o el primer decreto
de Artajerjes, en el 458, o el segundo decreto de Artajerjes en el 444.
Personalmente me inclino por el primer decreto de Artajerjes en el 458. Como
estamos interpretando una profecía que ya se cumplió, podemos calcular en
retrospectiva para saber la fecha que encaja. Según el versículo 25, entre la
salida de la orden para restaurar a Jerusalén, hasta la aparición del Mesías
Príncipe, habrían 69 semanas de años, es decir, 483 años. Si la salida de la
orden fue alrededor del 458 a .
de C., 483 años después nos llevan alrededor del año 27, que es el tiempo en el
que se presume que el Señor fue bautizado por Juan el Bautista para iniciar su
ministerio mesiánico. Recuerden que nuestro calendario tiene un error, el Señor
no nació en el año 0.
Aunque este primer edicto de Artajerjes tenía que ver explícitamente con
la restauración del templo, el regreso de todos esos judíos que volvieron con
Esdras indudablemente dio un nuevo impulso a la reconstrucción de la ciudad. Si
Artaerjes les había dado permiso para volver, eso implicaba también un permiso
para reconstruir su casa. Por otro lado, es con el retorno de Esdras que se
inicia la verdadera reconstrucción de la nación como el pueblo del pacto;
Esdras regresó con la Ley
de Moisés para que Jerusalén volviera a ser lo que fue antes del cautiverio.
Por otro lado, es en el tiempo de Esdras que los judíos comienzan la
reconstrucción de sus murallas, obra que luego fue estorbada por los
samaritanos, y el texto en Daniel dice claramente que fue en ese tiempo en que
“…se volvieron a edificar los muros en tiempos angustiosos”.
Yo no quisiera que perdieran de vista que en medio de todos estos datos
y fechas qué es lo que se nos revela en este pasaje de Daniel. Para nosotros es
difícil hacer cálculos exactos porque los registros históricos de la antigüedad
no tenían la precisión en cuanto a fecha que tienen los registros hoy, ellos no
usaban ni siquiera nuestro calendario; pero, es obvio que esta profecía se
cumplió tal como fue predicha, el Mesías apareció en el escenario de Israel
como Mesías, no que nació en esa época, es que él apareció como Mesías en el momento
de su bautismo 483 años después de que se hubiera promulgado el decreto del que
se habla en el versículo 25 de Daniel 9.
De hecho, cuando Jesucristo nació algunos judíos piadosos sabían que el
Mesías estaba a punto de nacer, Lucas 2:25 y 26: “He aquí había en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación
de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el
Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor“; en
el caso particular de Simeón, este había recibido una revelación particular de
parte de Dios; noten ahora el versículo 36: “Estaba también allí Ana,
profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues
había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía
ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día
con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a
Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén”.
Y aquí debemos incluir también a los magos que vinieron de oriente, que
muy probablemente eran persas, y que muy seguramente leyeron el libro de Daniel
y pudieron calcular que para esa fecha tenía que estar naciendo el Mesías,
aunque admito que esa es una especulación. Si ellos leyeron el libro de Daniel
o no, no lo sabemos, pero no podemos olvidar que Daniel fue un ministro persa,
y muy factiblemente el libro de Daniel se guardó en los anales de los persas,
por eso cuando estos magos de oriente vieron la estrella en el firmamento
pensaron que podría estar anunciando la venida de ese rey.
Pero, volviendo a nuestro texto, allí vemos que el ángel divide los años
en que habrían de ocurrir estos eventos en dos períodos de tiempo, uno de siete
semanas, es decir 49 años, y otro de 62 semanas, es decir 434 años. Durante el
primer período se reconstruiría la ciudad, versículo 25: “Sabe, pues, y
entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén
hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se
volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”, que la última
parte de este versículo se cumplió, tal como fue profetizada, tenemos
testimonios abundantes en el libro de Nehemías, especialmente en los capítulos
3, 4, 6 y 9; como los judíos encontraron tanta oposición cuando trataron de
hacer la obra de reconstrucción; ellos realmente reconstruyeron el muro y la
plaza en tiempos angustiosos.
El segundo período de 434 años es el que vino inmediatamente después de
la reconstrucción de la ciudad y en el cual, según esta profecía, nada se
predice en particular, excepto de que al final de ese tiempo el Mesías haría su
aparición en la vida de Israel. Este segundo período corresponde al tiempo
intertestamentario, que se inició después del ministerio de Malaquías, y
concluyó con el inicio del ministerio del Señor. Durante todo este tiempo
Israel no recibió palabra de Dios.
EL RECHAZO Y MUERTE DEL MESÍAS Y LA DESTRUCCIÓN DE
JERUSALÉN
Pero aún nos resta una semana en la profecía, es decir, un período de
siete años en los cuales muere el Mesías, habiendo sido rechazado por su
pueblo, lo que trae como consecuencia la destrucción de Jerusalén unos años más
tarde, versículo 26: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida
al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá
la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la
guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con
muchos; -ese “por otra semana” se debe traducir más bien como “una semana”- a
la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación,
y lo que está determinado se derrame sobre el desolador“.
Lo primero que encontramos en el versículo 26 es el anuncio de la muerte
del Mesías, y no olviden que Daniel escribió su libro en el año 538 a . de C., es decir, 570
años antes de que eso ocurrió. El ángel le revela que eso ocurrirá después de
las 62 semanas; y aunque el texto no especifica qué tanto tiempo después, en el
versículo 27 provee la clave para entender que esto ocurre en la mitad de la
semana 70, es decir, 3 años y medio después que Cristo inició su ministerio.
La expresión que la
Reina Valera traduce como: “…se quitará la vida al Mesías”,
en el versículo 26, dice literalmente que el Mesías será cortado. Y esta
palabra se usaba para referirse a una muerte violenta, por ejemplo, en Levíticos
7:20 aparece como referencia a la pena capital: “…pero la persona que comiere
la carne del sacrificio de paz, el cual es de Jehová, estando inmunda, aquella
persona será cortada de entre su pueblo”; en el Salmo 37:9 se usa esa misma
expresión para referirse a la destrucción de los impíos: “Porque los malignos
serán destruidos”. El Mesías habría de sufrir una muerte violenta, profetiza
Daniel, algo que también estaba profetizado en algunos textos del Nuevo
Testamento, por ejemplo, en Isaías 53:7 dice: “…como cordero fue llevado al
matadero”, y todos nosotros sabemos como es que se matan los corderos en el
matadero.
Y en el Salmo 22:16 escrito mil años antes del nacimiento de Cristo
dice, específicamente, que horadarían sus manos y sus pies, en una clara
referencia a la muerte por crucifixión, que de paso, no se usaba en esos días;
pero el texto dice más, Daniel 9: 26: “Y después de las sesenta y dos semanas
se quitará la vida al Mesías –será costado-, mas no por sí”, ¿Y eso qué
significa? La palabra que se usa en el original hebreo, al final de la frase,
es un nombre que significa nada, vacío, por esos muchos comentaristas traducen
esta frase así: “Y después de las 62 semanas el Mesías será cortado y no
tendrá nada”, eso es lo que el texto dice literalmente. Comentando con
respecto a estas palabras alguien escribió: “Un posible significado de esta
extraña frase podría ser que Cristo murió aparentemente sin amigos ni honor,
fue rechazado por los hombres, tratado como un criminal y aún abandonado por el
Padre; en el área de cosas atractivas y deseables, su porción equivalía a nada,
el Mesías Príncipe fue cortado sin tener aquello que era propio de Él, y el
Mes?as murió como un criminal cualquiera, siendo el Hijo de Dios, siendo santo
e inocente”.
Lo que sigue diciendo el texto tiene que ver con las terribles
consecuencias que vendrían sobre Israel luego de la muerte de Cristo, versículo
26: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas
no por sí –Y no tendrá nada-; y el pueblo de un príncipe que ha de venir
destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el
fin de la guerra durarán las devastaciones”; y aquí no hay duda, prácticamente
todos los comentaristas ortodoxos, no importa la escuela escatológica a que
pertenezca, están de acuerdo con esta profecía se refiere a la destrucción de
Jerusalén por los romanos, en el año 70 d. de C., bajo el mando de Tito, aunque
eso no ocurrió inmediatamente después de la crucifixión, y por lo tanto, no
puede ser colocado dentro de la semana 70 propiamente dicha, ambos eventos, la
muerte de Cristo y la destrucción de Jerusalén, se encuentran íntimamente
conectados entre sí, porque fue parte del castigo de Dios sobre Israel por
haber rechazado al Mesías; de hecho, el mismo Cristo reveló que una cosa sería
consecuencia de la otra, Mateo 23:37 a 39 y 24:1 a 2: “¡Jerusalén, Jerusalén,
que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces
quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las
alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo
que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el
nombre del Señor. Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus
discípulos para mostrarle los edificios del templo”. Muy probablemente cuando
el Señor dice: “vuestra casa os es dejada desierta, ellos dicen: ¿Esto qué
significará? Jerusalén va a ser destruida, ¿Y qué va a pasar con el templo?
Esta era una joya arquitectónica que los judíos creían que era indestructible;
“Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará
aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada”.
Si alguien escucha sobre este tema por primera vez, debo decirle que no
siempre la Biblia
contiene pasajes tan complicados, pero, como alguien dijo una vez, en la Biblia hay aguas tan
bajitas donde puede nadar un niño, y hay aguas tan profundas donde se puede
ahogar un experto; estamos tratando de explicar esto lo más sencillo que
podemos.
El hecho de que ellos rechazaran a su Mesías y a todos los profetas que
fueron enviados antes que Él, iba a traer como consecuencia la destrucción de
Jerusalén. Tal como fue profetizado, Tito atacó a Jerusalén en abril del año
70, pero la ciudad resistió el sitio por un tiempo, y llegaron a tener un
hambre tan grande allá adentro que las madres se comieron a sus hijos, lo mismo
ocurrió en la época de Nabucodonosor; finalmente el 24 de julio lo romanos
capturaron la fortaleza Antonia, el 24 de agosto quemaron las puertas del
templo y dos días después le prendieron fuego al santuario, destruyéndolo; ya
para el 26 de septiembre toda la ciudad estaba en manos de Tito, y este la hizo
arrasar por completo, dejando únicamente en pie las tres torres del palacio de
Herodes en el muro occidental, y parte de la muralla misma, eso fue lo único
que quedó en pie en la ciudad de Jerusalén. Se dice que del templo no quedó
ninguna piedra sobre otra piedra, tal como Cristo lo profetizó.
Este General romano, Tito, que a su vez era príncipe porque era el hijo
mayor del emperador Vespasiano, tal como lo dice Daniel 9: “…y el pueblo de un
príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario”, no le dio tregua
a los judíos hasta que la ciudad fue totalmente destruida. Es a esto, probablemente,
a lo que se refiere el final del versículo 26, cuando dice que su fin será con
inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Hasta que el
termine de hacer lo que él iba a ser, él iba a seguir devastando.
Luego en el versículo 27 se nos dan más detalles acerca de los eventos
que se profetizan en el versículo 26. De hecho, ustedes pueden notar la
estructura de este pasaje, que no va en orden cronológico, el versículo 24
primero, luego en el tiempo lo del versículo 25, no; en el versículo 24 se nos
da un resumen de todo lo que va a pasar, luego en el 25 se nos dan algunos
detalles, después en el 26 se nos dan otros detalles, y en el 27 se nos dan más
detalles; no es cronológico: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos;
a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la
consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”. La idea
que transmite la primera frase de este versículo es que alguien, en este caso
el Mesías del versículo 26, hará prevalecer un pacto con muchos, subrayando que
los ahora términos y condiciones de ese pacto serían hechos efectivos, que
Cristo cumplió este aspecto de la profecía, por medio de su obra redentora,
está claramente establecido en el Nuevo Testamento, Mateo 26, y de manera
particular en el libro de Hebreos, donde esta enseñanza se enfatiza una y otra
vez; en el texto de Mateo 26:27, en el contexto de la celebración de la Pascua y cuando se
instituye la Santa Cena ,
dice: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de
ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada para remisión de los pecados”.
Por otra parte, en Daniel 9, cuando Cristo muere en la cruz, Él hace
cesar, de una vez por todas, el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento
que apuntaban hacia Él. Por eso es que en Daniel 9:27 se nos dice que a la
mitad de la semana, es decir, tres años y medio de haber iniciado su
ministerio, “…hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, Hebreos 7:26 y 27, para
ver el cumplimiento de esta profecía: “Porque tal sumo sacerdote nos convenía:
santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que
los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de
ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del
pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”;
Hebreos 10:11: “Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y
ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los
pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio
por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante
esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque
con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”, a la
mitad de la semana muere Cristo y hace cesar los sacrificios y la ofrenda.
Finalmente en Daniel 9:27, el texto menciona una vez más las terribles
consecuencias que vendrían sobre Israel por su responsabilidad en la muerte del
Mesías: “Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,
hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el
desolador”, este texto puede leerse también en el hebreo: “Después con las alas
de abominación vendrá la desolación”, y puede interpretarse de dos maneras,
puede interpretarse como una referencia a las cosas abominables que Tito habría
de hacer contra los judíos en Jerusalén, y de manera particular en el templo, o
puede referirse también a que los judíos continuarían haciéndose abominables
ellos mismos delante de Dios, al atacar ferozmente la fe cristiana luego de haber
rechazado al Mesías, y que por eso acarrearían sobre sí la desolación
determinada por Dios, 1 Tesalonicenses 2:14 a 16: “Porque vosotros, hermanos,
vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en
Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas
que ellas padecieron de los judíos, los cuales mataron al Señor Jesús y a sus
propios profetas, y a nosotros nos expulsaron; y no agradan a Dios, y se oponen
a todos los hombres, impidiéndonos hablar a los gentiles para que éstos se
salven; así colman ellos siempre la medida de sus pecados, pues vino sobre
ellos la ira hasta el extremo”; algunos entienden que cuando Daniel habla de
alguna abominación se está refiriendo a todas estas obras abominables de los
judíos que trajo sobre ellos la destrucción total de Jerusalén. Lo que si está
claro en el texto es que esa desolación, de la que se habla en el versículo 27,
no puede ser otra que la mencionada en el versículo 26 cuando el General Tito
devastó a Jerusalén.
Hasta aquí la interpretación de esta fascinante profecía del Antiguo
Testamento, y aunque ciertamente hay cosas difíciles en el texto, los cuatro
eventos aquí profetizados y que hemos visto se cumplieron al pie de la letra,
¿Y cuáles fueron? El retorno de los judíos y la reconstrucción de Jerusalén, el
tiempo de la aparición del Mesías, su muerte violenta en la cruz del calvario y
la subsiguiente destrucción de Jerusalén por haber rechazado al Mesías. Esta
profecía es una prueba contundente de que nuestro Dios es veraz y que la Biblia es su Palabra.
Podemos poner toda nuestra confianza en este libro sagrado, porque Dios, quien
lo inspiró, no miente, sus profecías son verdaderas, lo mismo que sus promesas,
lo mismo que sus advertencias.
CONFIANZA EN LA BIBLIA
Queridos Hermanos, este libro, la Biblia , es plenamente confiable porque es la Palabra de Dios; esa es
una de las razones por la que los incrédulos no tendrán excusa el día del
juicio; Dios se ha revelado al hombre a través de su creación, a través de su
Palabra, y tanto la una como la otra llevan impresas las marcas indelebles de
su autor, la creación es perfecta, la creación es maravillosa, es obvio que la
creación no se hizo sola. La
Biblia es perfecta, la Biblia es un libro extraordinario, y es obvio que
aunque fue escrita por hombres, estos hombres fueron inspirados por el Espíritu
de Dios. Por eso Pedro dice en 2 Pedro 1:17 al 19: “Pues cuando él recibió de
Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que
decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos
esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos
también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y
el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”, Pedro dice: -Mi
experiencia fue real, yo vi la gloria del Mesías, pero ustedes tienen la
palabra profética más segura-. La
Biblia , la palabra escrita de Dios está por encima de
cualquier experiencia humana, incluyendo la experiencia de los Apóstoles con
Cristo. Y Pedro dice: “…entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación –Y esta palabra “interpretación” significa del griego
“decisión”- privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana,
sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo”, 2 Pedro 1:20 a 21, no fue que Daniel se sentó a especular, a comenzar a
decir cosas: -Que en 70 semanas-, no, él fue inspirado por el Espíritu de Dios
y el ángel Gabriel le dio esa revelación, y tal como Dios se lo reveló, así
mismo esas cosas fueron cumplidas.
Los judíos rechazaron a Cristo y cosecharon como nación las terribles
consecuencias de su osadía, Jerusalén fue devastada completamente, pero ¿Sabe
una cosa, amigo? La Biblia
advierte que lo mismo ocurrirá con aquellos que responden al evangelio como
ellos respondieron. Por eso es que Cristo dice: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti,
Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han
sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en
ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el
castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras”, Mateo 11:21 a 22. Y hay que
ver como eran Tiro y Sidón, ¿Su acuerdan ustedes de Jezabel? Jezabel provenía
de Sidón, era un pueblo idólatra, y Cristo está diciendo que era un pueblo con
una idolatría horrible, eran hombres que sacrificaban a sus hijos a los dioses,
y Cristo dijo que en el día del juicio el castigo será más duro para Corazín y
Betsaida, porque tuvieron un privilegio que los de Tiro y Sidón no tuvieron;
ellas lo vieron a Él y aún así, no se arrepintieron; versículo 23: “Y tú,
Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida;
porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti,
habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del
juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma –los sodomitas,
los homosexuales y las lesbianas, que de paso serán castigados por Dios, aunque
los psicólogos digan lo que digan-, que para ti”; en el día del juicio los
habitantes de Capernaum serán castigados más severamente por haber rechazado al
Mesías.
A QUIEN RECIBA ESTA ENSEÑANZA
Amigo que recibe esta enseñanza, si usted está en el día del juicio y
muere sin el Señor, si muere en sus pecados, tendrá que darle cuenta a Dios
porque no le creyó, habiendo Él dejado un libro tan perfecto. Pero no quiero
concluir sin traer otra palabra de advertencia, a todos aquellos que están sin
Cristo, no existe un pecado más horrible, ni que conlleve un castigo más severo
de parte de Dios, que rechazar al Salvador que Él envió al mundo para salvar a
los pecadores. En el mundo hay alcohólicos, hay drogadictos, hay asesinos, pero
déjeme decirle amigo que el pecado más grande que un hombre puede cometer
contra Dios no es ser un criminal, no es ser un ladrón, no es ser un homosexual;
el pecado más grande que un hombre puede cometer contra Dios es rechazar a
Cristo.
Amigo, no cometa semejante locura. Algún día se presentará delante del
tribunal de Dios para dar cuentas por su vida; y en ese día sólo saldrán
absueltos aquellos que hayan aceptado por fe la obra redentora de Cristo. No
demore en venir a Él, porque hoy tiene la oportunidad de hacerlo.
A menudo pienso en aquellos que tienen el privilegio de escuchar la Palabra de Dios predicada
domingo tras domingo; niños, jóvenes, adultos, personas que no ignoran el
mensaje del evangelio; que saben lo que Dios espera de ellos; que han oído
invitaciones como esta una y otra vez, y aún así continúan endurecidos en sus
corazones. Créanme, se los digo de corazón, yo tiemblo al pensar en el día en
que esos niños, esos jóvenes y esos adultos tengan que dar cuentas en el
tribunal de Dios, si llegan allí en la condición en que se encuentran hoy,
tiemblo al pensarlo, ¡Qué privilegio en recibirlo! Amigo, créamelo, así será su
condenación. Así como se cumplió esta profecía de Daniel, y Dios se lo está
diciendo para que entienda que Él no miente, créame amigo, así será su
condenación. ¡Que Dios tenga misericordia de usted, porque todavía está a
tiempo de huir de la ira venidera! Amigo, venga a Cristo hoy y no mañana, no,
es esta noche, es hoy, pídale que lo salve.
Pídale que le perdone sus pecados, pídale que le conceda su gracia,
pídale que le de el don de la vida eterna. Amigo, la puerta estrecha que lleva
a la salvación sigue abierta hoy para usted, pero tiene que entrar por ella
arrepentido de sus pecados y confiando únicamente en Cristo para la salvación
de su alma. Si así lo hace, usted no tendrá que temblar cuando escuche
profecías como estas, sino que se gozará en su corazón, porque dirá: -Así como
Dios cumplió estas profecías, así cumplirá también todas aquellas promesas que
hace a sus hijos de que nosotros gozaremos con Él en gozo perpetuo, por los
siglos de los siglos-. Venga a Cristo, amigo, y que Dios tenga misericordia de
usted.
Padre que estás en los cielos, gracias por tu Palabra Señor. En ella hay
cosas que nosotros no entendemos, hay cosas difíciles para nuestra mente
finita; pero hay cosas que si entendemos, Oh Señor, que este libro sagrado
lleva consigo, en una forma indeleble la marca de su autor, y nosotros tus
hijos aquí reunidos, de todo corazón y con gozo, sea Dios veraz y todo hombre
mentiroso. Gracias Señor porque podemos confiar en ti, porque tu no mientes,
pero, Padre, mira a aquellos que están aquí sin Cristo, ten misericordia de
ellos, Oh Señor, que ellos no tengan que recordar por los siglos de los siglos
los innumerables llamados que escucharon desde este púlpito, donde tu los
llamabas por tu palabra a venir a Cristo en arrepentimiento y fe.
Oh Señor, que ninguno traspase el umbral de la eternidad en sus pecados
y tengan que sufrir las consecuencias de su iniquidad por los siglos de los
siglos. Oh Señor, en esta misma hora y en este mismo instante en que te oramos,
que descienda tu Espíritu Santo con poder y haga una obra de salvación en
muchos que están aquí sin Cristo, para que encuentren hoy, en esta misma noche,
la salvación de sus almas inmortales, porque te lo pedimos en el nombre de
Cristo para su gloria, Amén.
DISPENSACIONALISMO Y LA
PROFECÍA DE LAS 70 SEMANAS
Abramos la Biblia
en Daniel 9:24 al 27: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y
expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la
profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la
salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías
Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar
la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos
semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe
que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con
inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra
semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá
el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame
sobre el desolador”.
Estudiando esta fascinante profecía del Antiguo Testamento, y ya que no
todos los estudiosos de las Escrituras están de acuerdo con el significado de
esta porción del libro de Daniel, lo Pastores no queríamos concluir el estudio
del pasaje sin traer una evaluación crítica de una de las interpretaciones más
populares al día de hoy en las Iglesias evangélicas. Me refiero a la del
dispensacionalismo. Este sistema de interpretación se originó a principios del
1800, bajo la influencia de un ex ministro anglicano llamado Juan Nelson Darby.
En el 1827 Darby comenzó a desarrollar la “novedosa” teoría de que Dios
tiene dos pueblos completamente distintos, con los que ha tratado a través de
la historia de la redención, de dos maneras totalmente diferentes; Israel y la Iglesia. Israel
posee bendiciones y destino terrenal y la Iglesia promesas, bendiciones y destino
celestial. En cierto modo podemos situar los orígenes del dispensacionalismo a
partir del momento histórico cuando surge esta novedosa doctrina.
A pesar de que este sistema de interpretación no se circunscribe
únicamente al estudio de la escatología, es decir, al estudio de las últimas
cosas, una de las características predominantes del dispensacionalismo es su
marcado interés por esta área de la teología sistemática. En 1831 Darby asistió
al Primer Simposio Profético de Powerscorth, el cual ejerció una fuerte
influencia sobre él, en ese mismo año
publicó algunos escritos sobre temas proféticos. Fue para esa misma fecha en
que Darby comenzó a desarrollar más a fondo otra teoría novedosa que comenzó a
incorporar a su sistema, la de que nuestro Señor Jesucristo ha de regresar a la
tierra e dos etapas, una venida secreta inmediatamente antes de un tiempo de
tribulación, que según lo dispensacionalistas durará siete años, que de paso es
otra teoría novedosa de ese sistema, y antes de la cual la Iglesia será arrebatada; y
la segunda etapa, una venida visible después de esa tribulación de siete años.
Ahora hermanos, quiero dejar en claro que la Biblia enseña, en 1 Tesalonicenses 4:13 en
adelante, que la Iglesia
será arrebatada; si un creyente no cree que la Iglesia será arrebatada
está cometiendo un serio error doctrinal, porque la Biblia ciertamente enseña
que la Iglesia
ciertamente será arrebatada.
Así que esta enseñanza de una venida de Cristo en dos partes, y un
arrebatamiento previo a de la tribulación, fue en su tiempo una verdadera
novedad. No obstante, esta doctrina y todo el andamiaje del sistema
dispensacionalista se hicieron tremendamente populares en el siglo XX, gracias
a la publicación de la Biblia
anotada de Scofield en 1909.
CIRO INGERSOLD SCOFIELD
Ahora, ¿Quién fue Ciro Ingersold Scofield? Un bogado y político que fue
convertido por el Señor en 1879,
a los 36 años de edad, luego de una vida muy desordenada,
y luego, tres años después, fue ordenado para s ministerio. Después en algún
punto de su vida, Scofield conoce a Juan Nelson Darby y se hace uno de sus más
devotos seguidores. Aunque este hombre no tenía entrenamiento teológico formal,
porque él era abogado y político, decidió publicar una versión de la Biblia anotada con sus
propios comentarios, que muchos tomaron como “la” interpretación correcta de la Palabra de Dios porque lo
leían en sus Biblias. De haber publicado Scofield sus notas en un libro aparte,
muy probablemente no hubiese tenido el impacto tan grande que tuvo esta Biblia
anotada en el pueblo evangélico en general.
ENSEÑANZA DEL DISPENSACIONALISMO
¿Cuál es la enseñanza esencial del dispensacionalismo?, y ¿Cómo
interpretan ellos la profecía de las 70 semanas de Daniel? Antes de pasar a
responder estas dos preguntas quisiera traer aquí una nota de cautela, y sólo
el Señor sabe como he suplicado, y aún he pedido a otros que oren, para
presentar esto con gracia. Hay muchos hombres de Dios que aman su Palabra, que
aman su obra y que son disensacionalistas. Personalmente conozco, amo y respeto
a Pastores y Maestros de esta escuela de interpretación, a algunos de ellos les debo mucho, de hecho,
inicié mi entrenamiento formal para el ministerio en un seminario fundado por
Scofield, aunque debo decir que yo no soy tan viejo, yo estoy diciendo que él
lo fundó hace muchísimos años, y yo estudié después ahí. O sea que, realmente
le debo mucho a Maestros y Pastores dispensacionalistas, y de paso, nosotros
mismos en nuestros inicios éramos dispensacionalistas, por lo que no quisiera
ofender a ninguno de mis hermanos ni con mi enseñanza ni con mi actitud.
Atacaremos con celo santo lo que entendemos que es un error doctrinal, pero no
atacaremos sus personas; las doctrinas sí, pero no sus personas, porque si así
lo hiciéramos pecaríamos contra Dios. Habiendo traído esta nota de cautela,
veamos en primer lugar las características esenciales del dispensacionalismos y
luego veremos cómo interpretan ellos la profecía de las 70 semanas.
El dispensacionalismo es básicamente un sistema de interpretación
bíblico, que divide el programa de Dios en la historia de la redención en siete
dispensaciones. Ellos definen “dispensación” como un período de tiempo durante
el cual Dios obra de una manera distinta con la humanidad. Según ellos, cinco
dispensaciones han pasado ya y estamos viviendo la sexta, y aún falta la
séptima dispensación, que será un reino terrenal de mil años, inmediatamente
después de la gran tribulación, tal como ellos la interpretan.
Este sistema de interpretación posee tres características fundamentales;
todo aquel que se adhiera a estas tres características, puede ser considerado
con toda justicia un dispensacionalista, ¿Cuáles son?
1. En primer lugar, un estricto literalismo al manejar el lenguaje
de las Escrituras. En su libro “Dispensacionalismo hoy”, Charles Ryrie
menciona esto como una de las características sine qua non del
dispensacionalismo; una característica sine qua non es eso y no es lo
otro. Ahora, quiero aclarar, porque voy a estar citando de vez en cuando a
Ryrie, que éste no es Juan Carlos Ryle, son dos personas diferentes; el último
es un gran siervo de Dios, inglés, del siglo antepasado; Ryrie es un teólogo
dispensacionalista moderno, actual.
Ryrie dice: “La interpretación que es consistentemente literal o llana,
pone de manifiesto el método dispensacional de interpretar las Escrituras”.
Nosotros creemos que la Biblia
debe interpretarse literalmente, que estemos claros en eso, no nos adherimos al
método de interpretación alegórico; hay algunas personas que leen la Biblia y, por ejemplo, leen
que Daniel fue arrojado en un foso de leones, y dice: -Daniel representa
aquí…-, pero, para nosotros Daniel no representa nada, Daniel es Daniel y fue
un hombre que se llamó Daniel y que lo arrojaron en un foso de leones, de
animales de cuatro patas que rugen y muerden; nosotros creemos en el método
literal de interpretación, pero, noten que hablamos de un estricto literalismo.
Al manejar el lenguaje de las Escrituras debemos determinar su significado por la Escritura misma, en
otras palabras, la Biblia
se interpreta a sí misma.
El problema del dispensacionalismo es que parte de una presuposición, le
asigna un significado a la palabra y para él ese es el único sentido normal que
podemos darle. Aquí vamos a entrar en uno de los grandes problemas del
dispensacionalismo. Por ejemplo, según ellos, cuando la Biblia habla de Israel,
siempre significa el pueblo que desciende de Abraham, el pueblo físico de
Israel; por lo tanto, cuando ellos leen una profecía que dice: Israel, de
inmediato arguyen que donde dice: Israel, debemos leer ese pueblo y no ninguna
otra cosa. A eso nosotros respondemos que ciertamente donde dice Israel debemos
leer Israel, pero, ¿Cuál es el alcance de ese nombre? ¿Se refiere únicamente y
siempre a los descendientes físicos de Abraham y nada más? Yo creo que no.
Debemos darle a esa palabra el mimo significado que el Nuevo Testamento le
atribuye.
2. La segunda característica fundamental del dispensacionalismo es un
rígido verticalismo al distinguir entre las distintas épocas de la Biblia. Nosotros ciertamente podemos distinguir
varias épocas en las que Dios ha tratado con el hombre: La caída, el diluvio,
el llamado de Abraham, e éxodo, la promulgación de la Ley en el Sinaí, el
establecimiento de Israel en Palestina, el surgimiento de la línea davídica en
el trono de Israel, la llegada del Mesías, su precursor Juan el Bautista, el
Calvario, Pentecostés, cada uno de estos eventos marca una época especial en la
revelación bíblica. No tenemos ningún problema en aceptar tal cosa; pero el
dispensacionalista se distingue por la forma como separa una época de otra, su
presentación es rígidamente vertical.
Scofield define dispensación como: “Un período de tiempo en el cual el
hombre es puesto a prueba, en referencia a cierta revelación específica de la
voluntad de Dios. Cada una de esas dispensaciones contiene los siguientes
elementos: Una nueva revelación de parte de Dios, una nueva prueba para el
hombre incluida en esa revelación, e fracaso del hombre a esa prueba y el
consecuente juicio de Dios ante el fracaso del hombre”, y allí termina una
dispensación y comienza otra dispensación, una nueva revelación, otra prueba,
el hombre fracasa, Dios lo castiga y viene otra dispensación, entonces viene
otra nueva revelación, otra prueba y así. Y en cada una de estas
dispensaciones, y esto es crucial, se anula la responsabilidad del hombre con
respecto a la revelación anterior, a menos que esto sea ratificado en la nueva
dispensación.
De este modo, el dispensacionalista destruye en la práctica la unidad
orgánica de las Escrituras. Nosotros sabemos que la revelación bíblica ha ido
progresando de época en época, pero siempre guardando su unidad orgánica.
Cuando nosotros sembramos una semilla en la tierra y esa semilla comienza a
germinar hasta convertirse en un árbol, lo que tenemos al final es el
desarrollo de la semilla que nosotros sembramos. Hay una unidad orgánica entre
la pequeña semilla y el gran árbol que surgió de ella. Lo mismo podemos decir
de un niño, que crece hasta llegar a ser un adulto, pero es el mismo ser humano
y maduro, es la misma persona pero en su pleno desarrollo. Eso es lo que
nosotros encontramos en la
Biblia.
Por ejemplo, en Génesis 3:15 Dios promete a nuestros primeros padres,
que acaban de caer en pecado, un redentor que habría de redimir al hombre de
todas las consecuencias de la caída: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y
entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le
herirás en el calcañar”, esa promesa evangélica, si podemos llamarle así, es la
semilla que fue creciendo y creciendo hasta llegar a su plena madurez en el
evangelio revelado en su plenitud en la
persona y la obra de Cristo. Vamos a Romanos 1:1 al 3: “Pablo, siervo de
Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios -¿Es este
evangelio algo nuevo, Pablo estaba trayendo un mensaje novedoso? No-, que él
había prometido antes por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras,
acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según
la carne”, ese evangelio que habla de la redención que fue prometida a Adán y
Eva en el paraíso, encuentra luego una expresión progresiva en los distintos pactos
que Dios ha hecho con su pueblo a través de la historia de la redención.
De paso debo decir que hace 14 años atrás yo me enfrenté por primera vez
con el problema del dispensacionalismo y comencé a estudiar este tema, y fue un
buen tiempo, porque una de las cosas que hace el sistema dispensacional es que
atrapa tanto la mente y el corazón, que es difícil quitarse ese lente. Efesios
2:11 fue uno de los pasajes que más luz arrojó en mi para entender estas cosas:
“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a
la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con
mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la
ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin
Dios en el mundo”, Pablo dice: Dios hizo varios pactos a lo largo de la
historia, y ustedes los gentiles en cuanto a la carne, estaban lejos de eso,
ustedes no tenían nada que ver con eso, porque ustedes no pertenecían a la
nación del pacto. Como vamos a ver más adelante, una de las cosas que dice
Pablo en el capítulo 2 es que Dios derribó la pared intermedia de separación,
ya no hay separación entre judíos y gentiles, porque tanto uno como el otro
forman el pueblo del pacto en el Nuevo Testamento.
Lo que quiero que noten es que Pablo habla allí de pactos, en plural,
pero girando todos alrededor de una promesa, en singular: “Los pactos de la
promesa”, ¿Y cuál es esa promesa? Ver Génesis 17:4 al 8; Éxodo 6:6 al 7; 2
Samuel 7:14; Jeremías 31:31 al 33 y Apocalipsis 21:3, y verán allí diferentes
pactos, el abrahámico, el mosáico, el davídico, el nuevo pacto, y en todos
ellos la promesa es: “Yo seré u Dio y ellos serán mi pueblo”. Continuamente
Dios dice: “Voy a hacer un pacto con ustedes”, y recuerden que un pacto es una
promesa a la que Dios interpone un juramento, un pacto sin juramento no es
pacto, un pacto es una promesa jurada, como dice Hebreos 6:12 en adelante,
cuando habla del pacto que Dios hace con Abraham, Dios le promete algo pero
encima de la promesa jura: “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más
abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo,
interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es
imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido
para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”, versículos 17 y 18.
Dio promete y jura, pero ¿Qué es lo que promete en cada uno de estos pactos?
“Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”.
Por eso en Apocalipsis 21:3, cuando llegamos al clímax de la historia
redentora, ¿Qué tenemos allí? “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí
el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”, lo que el Señor le
prometió a Abraham en Génesis 17 va a seguir corriendo como una línea a través
de toda la Escritura ,
para tener su cumplimiento final en el momento en que el tabernáculo de Dios
descienda y Dios venga a habitar con nosotros y nosotros con él. Son varios
pactos, pero todos girando alrededor de la misma promesa esencial. El
verticalismo rígido de los dispensacionalistas no les permite ver ese principio
unificador, porque en cada dispensación se anula lo anterior, a menos que sea
reconfirmado en la nueva, según ellos.
¿Qué decimos nosotros? Que es al revés, que la Biblia enseña lo contrario,
que en cada época lo anterior sigue vigente, a menos que Dios lo anule. Si no
ven esto, ustedes van a ser dispensacionalistas, ¿Ven la diferencia? Viene una
nueva época y una nueva revelación nueva de Dios, lo anterior sigue vigente
porque Dios no ha cambiado, a menos que Dios mismo lo anule, que es diferente.
Por eso es que ustedes ven que al día de hoy no guardan el día del Señor, ¿Por
qué? –Ah, porque eso es del Antiguo Testamento, eso no pertenece a la Iglesia , eso es de otra
dispensación-, y ya con eso resuelven el problema, pero Dios sigue siendo el
mismo y sigue considerando al adulterio como pecado, al robo como pecado, el
homicidio como pecado; Dios no ha cambiado en su carácter moral, Él sigue
siendo el mismo.
3.La tercera característica fundamental de este sistema es una
separación radical en la comunidad de los redimidos revelada en las Escrituras.
Una lectura rápida de la Biblia
permite ver que a través de la historia de la redención Dios ha tratado con dos
comunidades de redimidos, en el Antiguo Testamento, Israel, en el Nuevo
Testamento, la Iglesia ;
y ciertamente la Iglesia
e Israel no son idénticos, Israel es Israel, y la Iglesia tiene características
que son peculiares a la
Iglesia. ¿Cuál es la relación que existe entre ambas
comunidades? ¿Existe alguna conexión orgánica entre Israel y la Iglesia o son dos cosas
completamente distintas y separadas? Los dispensacionalistas responden que son
dos líneas paralelas que nunca se juntan, que permanecerán eternamente
separadas la una de la otra. Como alguien ha dicho: “La premisa básica del
dispensacionalismo es que hay dos propósitos de Dios expresados en la formación
de dos pueblos que mantienen sus distinciones a través de la eternidad”.
Ánimo de ser irreverente o burlón, sino más bien ilustrativo, lo que
estos hermanos están diciendo es que los judíos vivirán en su barrio y nosotros
en el nuestro, son dos cosas completamente diferentes. De hecho algunos
dispensacionalistas enseñan que en el reino de mil años, que ellos creen porque
nosotros no creemos en tal cosa, Israel
va a estar viviendo en la tierra, y la nueva Jerusalén, según ellos, es una
ciudad en forma de cubo que va a estar suspendida en el cielo donde vivirá la Iglesia , la Iglesia en un lado e
Israel en el otro. Aclaro que muchos dispensacionalistas no creen eso, pero
muchos si lo creen.
Lo que todos si creen es que estas dos comunidades son distintas,
completamente distintas, y esta es una de las características más singulares
del dispensacionalismo. Nunca antes la Iglesia de Cristo dudó que muchas de las
profecías del Antiguo Testamento, concernientes a Israel, se estuviesen
cumpliendo hoy en la Iglesia ,
que es el Israel del nuevo pacto, eso nunca lo dudó la Iglesia , hasta que llegó
Darby. Lewis Sperry Chafer, que es uno de los más renombrados teólogos
dispensacionalistas, dice lo siguiente en su obra “El reino en su obra y en la
profecía”: “La teología protestante ha enseñado generalmente que todas las
promesas del reino, y aún el gran pacto davídico, se han cumplido en y a través
de la Iglesia ”,
él reconoce que eso siempre fue así, por eso ellos se consideran a sí mismos
como aquellos que han descubierto una nueva verdad que la Iglesia de Cristo no vio
en siglos. Pero, eso es lo que la
Iglesia de Cristo ha creído a través de las edades, que el
pacto davídico y muchas de las promesas de Dios para Israel en el Antiguo
testamento se están cumpliendo hoy en la Iglesia , que es el Israel espiritual de Dios.
Pero, a pesar de eso los dispensacionalistas insisten en que las
promesas del Antiguo Testamento son única y exclusivamente para los
descendientes físicos de Abraham, es decir, los judíos; más aún, nuestros
hermanos dispensacionalistas dicen que la Iglesia no aparece en ninguna profecía del
Antiguo Testamento, en ninguna. La
Iglesia , según los dispensacionalistas, es un paréntesis que
Dios introdujo en el programa del reino judío profetizado en el Antiguo
Testamento, o sea, Dios está lidiando con Israel, llega el Mesías, es
rechazado, entonces ¿Qué ocurre? Dios entra ahí un paréntesis que es la Iglesia , el plan de Dios
para con los judíos queda suspendido, cuando llega la gran tribulación Dios
saca a la Iglesia
de aquí y el tic tac del reloj de Israel, como ellos mismos dicen, comienza a
funcionar otra vez. Mientras tanto, en esta era de la Iglesia el reloj profético
de Dios está suspendido, la
Iglesia es un paréntesis y ninguna de las profecías del
Antiguo Testamento, dicen ellos, se está cumpliendo en la Iglesia.
¿Qué dice el Nuevo Testamento al respecto? Como decía hace un momento,
debemos interpretar las Escrituras literalmente, donde dice Israel no debemos
leer Filistea, debemos leer Israel, ahora, ¿Cómo interpreta la Biblia ese nombre de Israel?
Bueno, veamos lo que dice el Nuevo testamento, Romanos 2:26 a 29, ¿Es Israel
únicamente ese pueblo físico, esa nación que desciende de Abraham?: “Si, pues,
el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su
incircuncisión como circuncisión? Y el que físicamente es incircunciso, pero
guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y
con la circuncisión eres transgresor de la ley. Pues no es judío el que lo es
exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del
corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los
hombres, sino de Dios”.
¿Hermanos, cuál es el ritual que marcaba a un judío y lo separaba de las
otras naciones de la tierra? ¿Y qué dice Pablo en Colocenses 2? Que Cristo
circuncidó nuestro corazón; por eso en Filipenses 3:3 el Apóstol Pablo dice:
“Porque nosotros somos la circuncisión”, la que se hace no en la carne sino en
el corazón. Aquella circuncisión carnal y física era un símbolo de lo que sería
la verdadera circuncisión que Cristo
hace en los cristianos. Entonces, ¿Quiénes son los judíos? Nosotros somos los
judíos, porque nosotros fuimos circuncidados en el corazón, Romanos 4:9 al 12,
y este es para mí uno de mis textos favoritos en este libro al ver cómo Pablo
aplicaba la teología del Antiguo Testamento; y alguien dirá: -Bueno, pero Pablo
era inspirado por el Espíritu de Dios-, si, por supuesto que sí, pero todo lo
que él escribió fue inspirado por el Espíritu de Dios, pero eso no elimina el
estudio que Pablo mismo hizo de los textos bíblicos, la inspiración no hacía
vagos a los autores inspirados, tenían que estudiar la Biblia , dice Pablo hablando
de aquel a quien la bienaventuranza no inculpa de pecado: “¿Es, pues, esta
bienaventuranza solamente para los de la circuncisión –Es decir, sólo para los
judíos-, o también para los de la incircuncisión –Es decir, sólo para nosotros
los gentiles-? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
Vayan al Génesis, no ahora, y busquen en la historia de Abraham para ver
en qué momento Dios le dice a Abraham que su fe le es contada por justicia, se
van a dar cuenta que cuando Dios le dice eso a Abraham, él todavía no estaba
circuncidado, él era un incircunciso, y luego le dice que le dice que se
circuncide, versículo 10: “¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la
circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la
incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia
de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos
los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les
sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no
solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas
de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado”.
¿De quién es padre Abraham? De todos los gentiles que han creído en
Cristo, aunque sean incircuncisos, y de todos los judíos, que también han
creído; él es el padre de ellos, y por lo tanto, nosotros somos hijos de
Abraham, y por lo tanto, nosotros somos herederos de todas las promesas
grandiosas que Dios le dio a los descendientes de Abraham en el Antiguo
Testamento, nosotros somos el Israel de Dios. Romanos 9, allí Pablo dice entre
los versículos 2 y 4: “…tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis
hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas”, y en
el versículo 6: “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los
que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham,
son todos hijos”, dice Pablo: -No piensen que por el simple hecho de pertenecer
a esa nación ya son israelitas-.
Y para probar ese punto, otra vez, Pablo usa la historia del Antiguo
Testamento. Dice que Abraham tuvo dos hijos: Isaac e Ismael, sin embargo, los
dos no son herederos de la promesa en el mismo sentido, a pesar de que fueron
hijos de Abraham, entonces dice, versículos 7 a 8: “…ni por ser descendientes de Abraham,
son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los
que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos
según la promesa son contados como descendientes”. Los que son hijos según la
promesa son contados como descendientes.
Y el último texto para probar este punto; esto es importante porque la
mayoría del pueblo evangelio a nuestro alrededor cree exactamente lo contrario
de lo que estamos predicando hoy aquí; el impacto del dispensacionalismo ha
sido tan grande que la mayoría del pueblo evangélico cree lo contrario a lo que
nosotros creemos aquí. Muchos no saben, tristemente, que esa teoría dispensacional
es algo relativamente nuevo, eso no es lo que la Iglesia de Jesucristo ha
creído a través de los siglos. Ahora, debo aclarar que una doctrina no es veraz
por ser antigua, como tampoco podemos decir que una doctrina es errónea por ser
novedosa, una doctrina es correcta si es bíblica, sea antigua o nueva. Ahora,
cuando ustedes escuchen que alguien descubrió algo que nadie vio en 19 siglos
de cristianismo, pónganse en guardia porque probablemente sea incorrecta.
Porque el Espíritu Santo está obrando en la Iglesia. Gálatas
3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a
fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu –Ahora Pablo va a
explicar cómo es eso-...Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su
simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno:
Y a tu simiente, la cual es Cristo”.
Dios le dio a Abraham varias promesas: “Y haré de ti una nación grande,
y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti
todas las familias de la tierra”, Génesis 12:2 y 3, varias promesas, pero no
solamente a él sino a su simiente; ahora Pablo se pregunta ¿Y
quién es esa simiente? Dice él: Cristo, no los hijos físicos de Abraham, no, la
simiente es Cristo.
Vamos a seguir leyendo el versículo 25 de Gálatas 3: “Pero venida la fe
–Dice que la Ley
fue un ayo que nos llevó a Cristo-, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego;
no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno
en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje
-descendencia- de Abraham sois, y herederos según la promesa”. ¿A quién fue
dada la promesa? A Abraham y a su simiente, ¿Quién es su
simiente? Cristo, ¿Y dónde estamos nosotros, Hermanos, por la fe? En Cristo, y
por lo tanto somos esa simiente espiritual y herederos de Dios, según las
promesas.
Por eso en el Nuevo Testamento se enseña, con toda claridad, que muchas
de las promesas del Antiguo Testamento que prometían cosas a Israel, se están
cumpliendo ahora en la
Iglesia. Recuerden que antes decíamos que, según los
dispensacionalistas, la
Iglesia no aparece en las páginas del Antiguo Testamento, que
ninguna profecía del Antiguo Testamento tiene que ver con la Iglesia , porque allí dice
Israel y tienen que ser los descendientes físicos de Abraham.
¿Pero qué dice el Nuevo Testamento? Hechos 3: 24: “Y todos los profetas
desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos
días”, y él está hablando aquí después de Pentecostés, cuando ya la Iglesia estaba funcionando
y predicando, dice: “Y todos los profetas…han anunciado estos días”; ustedes
todos aquí conocen lo que pasó cuando se inaugura la Iglesia en el día de
Pentecostés, que el Espíritu Santo descendió, los Apóstoles y los discípulos
comenzaron a hablar en otras lenguas, algunas personas que estaban allí dijeron
en Hechos 2:14: -Estos están borrachos-, ¿Y qué dice el Apóstol Pedro?
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló
diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea
notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros
suponéis, puesto que es la hora tercera del día –Los judíos comienzan a contar
el tiempo a partir de las seis de la mañana, la tercera hora eran las 9:00 de
la mañana, y dice ¿Cómo van a estar tomando todavía, si son las 9:00 de la
mañana? Hoy eso es posible, en aquella época es era inconcebible. ¿Cómo lo
explica Pedro?-. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros
días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y
vuestras hijas…”, y todavía los dispensacionalistas insisten en que esas
profecías no se han cumplido, que ese texto dice que lo que pasó en Pentecostés
es una ilustración de lo que profetizó Joel; pero eso no es lo que dice ahí, lo
que dice es: -Esto es lo que profetizó Joel, esto que ustedes están viendo es
un cumplimiento de lo que Joel profetizó-; y se está cumpliendo ahora en la Iglesia.
Hechos 15:2 al 18, aquí tenemos el concilio de Jerusalén, algunos
estaban inquietos porque se predicara el evangelio a los gentiles, no entendían
todavía lo que estaba pasando, y dice desde el versículo 12 al 18: “Entonces
toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes
señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y
cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme.
Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de
ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los
profetas, como está escrito: Después de esto volveré Y reedificaré el
tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a
levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los
gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace
conocer todo esto desde tiempos antiguos”. Si Pablo hubiera vivido en esta
época hubiera dicho: -Esto no es un paréntesis en el programa de Dios-, esto es
lo que Dios viene anunciando desde tiempos antiguos, que vendrá un momento en
que las ramas silvestres serán injertadas en el buen olivo y las ramas
naturales incrédulas serán desgajadas. ¿Qué es lo que ha pasado? Que en el
pueblo de Dios los judíos, los descendientes físicos de Abraham que no
creyeron, fueron cortados y ya no pertenecen al pueblo de Dios, y nosotros, que
hemos nacido en San Juan de la
Maguana , en Baní, en que-sé-yo-dónde y hemos creído en
Cristo, hemos sido injertados en ese buen olivo y ahora nosotros somos el
pueblo de Dios, eso es lo que ha pasado. Pueden leer en sus casas Jeremías
31:31 al 33 y compararlo con Hebreos 8:6 al 8 y 13, y van a ver que allí
Jeremías profetiza un nuevo pacto para la casa de Israel. Por eso Cristo dice
que: “…esa es la sangre del nuevo pacto que por vosotros es derramada”.
A la luz de todos estos textos podemos decir, con confianza, que el
Nuevo Testamento contempla la
Iglesia como el Israel espiritual de Dios, que ha llegado a
su madurez, y en la cual están teniendo cumplimiento todas las antiguas
promesas del Nuevo Testamento. Hemos usado demasiado tiempo para explicar grosso
modo las creencias fundamentales del dispensacionalismo, pero esta era
necesario para que ahora podamos entender por qué ellos interpretan la profecía
de las 70 semanas, en el libro de Daniel, de la manera cómo lo hacen
INTERPRETACIÓN DISPENSACIONALISTA DE DANIEL 9
Daniel 9:24 al 27: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y
expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la
profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que
desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el
Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a
edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta
y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un
príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con
inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra
semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá
el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se
derrame sobre el desolador”.
Al igual que nosotros, los dispensacionalistas entienden que Daniel está
profetizando aquí la aparición del Mesías en el escenario de Israel, 483 años
después de la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén. Y
aunque nosotros podemos diferir en ciertos detalles de tiempo, en esencia
creemos lo mismo en cuanto a este tema. El problema surge por la premisa
dispensacionalista de que las profecías concernientes a Israel sólo pueden
cumplirse en la nación física que desciende de Abraham, con los cuales Dios, según
ellos, Dios todavía tiene un plan independientemente de la Iglesia. Por eso es
que los dispensacionalistas viven atentos a todas las noticias que salen en la
prensa con respecto a Israel, porque ellos están esperando que esa nación
vuelva a ser la nación de Dios. Y de hecho, en esta guerra con Irak hay mucha
gente confundida con eso; y yo no digo esto por ser descendiente de palestinos,
yo digo esto por ser bíblico: Israel ya no es la nación de Dios, ellos
perdieron ese privilegio, y Dios ya no tiene ningún plan especial con Israel,
en una forma especial, a diferencia de ninguna nación sobre la tierra. Nosotros
debemos orar por Israel, debemos amar a los judíos, debemos procurar la
salvación de ellos, pero ellos perdieron su privilegio. La Iglesia es el Israel
espiritual de Dios, pero eso no es lo que nuestros Hermanos creen.
Ellos creen que en un futuro la Iglesia será arrebatada, el tic tac del reloj
profético comenzará a correr otra vez, y Dios reanudará el plan que dejó en
suspenso con respecto a Israel; y entonces, dicen ellos, se cumplirán estas
setenta semanas de las que habla Daniel. Según ellos, 69 ya se cumplieron, pero
falta una, ¿Cuál? La de la gran tribulación, que es cuando el tic tac del reloj
comienza a correr de nuevo. Esa percepción que los dispensacionalistas hacen a
priori los obliga a introducir un paréntesis entre la semana 69 y la semana
70, un paréntesis que lleva ya casi 2000 años. Eso, por supuesto, afecta
considerablemente su interpretación del pasaje. Por ejemplo, Daniel 9:24 dice:
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad”,
¿Y qué va a pasar en esas 70 semanas? “…terminar la prevaricación, y poner fin
al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar
la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”, estudiando ese pasaje
vemos como Cristo cumple esas cosas, en esas 70 semanas. Si esas seis cosas ya
se cumplieron todo el andamiaje dispensacional se destruye, ¿No es así? Ya las
70 semanas que estaban determinadas para Israel se cumplieron, y ellos ¿Qué
hacen? Introducen un paréntesis en la mitad del versículo: “Setenta semanas
están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la
prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad”, ellos dicen: Eso
y se cumplió cuando Cristo muere en la cruz, pero: “…traer la justicia
perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”,
no, eso se cumplirá en la tribulación, eso no se ha cumplido.
Hermanos, yo creo artificioso introducir ahí un paréntesis de 2000 años,
porque él está diciendo simplemente que hay seis cosas allí, yo no veo ese
paréntesis en ese texto. Ellos tienen que introducir eso para poder justificar
allí el paréntesis de tiempo entre la semana 69 y la semana 70. Por otro lado,
cuando dice en el versículo 26: “…se quitará la vida al Mesías, mas no por sí”,
ellos sostienen que eso no ocurre en la semana 70, aunque si ocurre después de
la semana 69, por el paréntesis que hemos mencionado ya.
En el mismo versículo 26 se habla del pueblo de un príncipe que ha de
venir y que destruirá a Jerusalén, ¿Cómo lo interpretamos nosotros? Bueno, que
ese príncipe Tito, General romano que en el año 70 destruye a Jerusalén, ¿Cómo
lo interpretan ellos? Casi igual, ellos afirman que el pueblo son los romanos y
la destrucción de la que se habla allí es la destrucción de Jerusalén en el año
70 d. de C., la que Tito llevó a cabo, pero ese príncipe para ellos no es Tito
sino el anticristo; versículo 26: “Y después de las sesenta y dos semanas se
quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de
venir destruirá la ciudad y el santuario”, ellos sostienen que ese pueblo es
Jerusalén, como nosotros creemos, y esa destrucción es la del año 70, como
nosotros creemos, pero ese príncipe no es Tito, ese príncipe es el anticristo,
el cual vendrá de ese pueblo que destruyó la ciudad y el santuario en el año
70. Es decir que el anticristo subirá del imperio romano, dicen los
dispensacionalistas; eso les permite usar a ese anticristo futuro como el
sujeto de la oración en el versículo 27: “Y por otra semana confirmará el pacto
con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, el
Señor viene, se presenta públicamente en Israel 483 años después de que saliera
la orden para edificar y restaurar a Jerusalén, tan como se profetiza aquí, y a
la mitad de la semana el Señor muere y con su muerte hace cesar el sacrificio y
la ofrenda. Ellos dicen que el que confirma el pacto con muchos y hace cesar el
sacrificio es el anticristo, ese príncipe del que habla el versículo 26. Según
ellos, la semana 70 va a comenzar con el arrebatamiento de la Iglesia ; Dios saca a la Iglesia de este mundo,
entonces Dios comienza a tratar de nuevo con Israel por siete años, allí surge
el anticristo, el cual hace un pacto con los judíos prometiéndoles paz. En ese
tiempo de paz los judíos reedifican el templo de Salomón en Jerusalén,
comienzan a sacrificar otra vez, pero a la mitad de la semana, es decir a la
mitad de la tribulación, a los tres años y medio, el anticristo rompe el pacto
de paz, persigue a los judíos y hace cesar el sacrificio y la ofrenda.
Para nosotros las 70 semanas ya se cumplieron. Ellos dicen que son el
futuro. ¿Cuáles problemas encontramos con esta interpretación
dispensacionalista de texto? En primer lugar, que no hay necesidad de
introducir ningún paréntesis de tiempo en el desglose de estas semanas. Como
hemos visto ya estos 490 años que estaban determinados sobre Israel se dividen
en tres períodos porque cada uno de ellos tiene características particulares,
pero son períodos sucesivos, después de las primeras 7 semanas, 49 años, les
siguen las 62, y luego les sigue la otra; este paréntesis tiene que ser
introducido por nuestros hermanos para que encaje con su sistema, no porque el
texto lo enseñe o lo sugiera. Yo repito, las seis cosas que el Mesías vino a
hacer, y que se mencionan en el versículo 24, ya se cumplieron, y por lo tanto,
las 70 semanas se cumplieron también.
Por otra parte, según el esquema dispensacionalista, como la semana 70
sólo tiene que ver con Israel, el arrebatamiento de la Iglesia sólo debe ocurrir
antes del inicio de esa semana; eso quiere decir que la Iglesia nunca se topará
con las actividades del anticristo, ¿Verdad que sí? Primero viene el
arrebatamiento, surge el anticristo, hace un pacto…, eso no es lo que enseña la Biblia , claramente no es. 2
Tesalonicenses 2:1 al 3: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor
Jesucristo, y nuestra reunión con él –¿De qué está hablando Pablo allí? Del
arrebatamiento de la
Iglesia-, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover
fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por
palabra, ni por carta como si fuera nuestra –Algunas personas estaban diciendo
que pablo enseñaba que ya esas cosas habían ocurrido y que el día del Señor
estaba cerca-, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os
engañe en ninguna manera; porque –La venida del Señor y nuestra reunión con él-
no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de
pecado, el hijo de perdición”, Pablo está diciendo: -Hermanos, ustedes saben lo
que yo les enseñé al respecto, eso no ha sucedido todavía, porque primero tiene
que venir una apostasía general y tiene que manifestarse el anticristo, que es
el hombre de pecado-, que de paso, los dispensacionalistas lo interpretan de
igual modo que nosotros, o sea, que ellos creen que ese hombre de pecad es el
anticristo, ¿Y qué dice Pablo aquí? Que eso no pasará y que el arrebatamiento
de la Iglesia
no pasará hasta que eso ocurra, y eso no h ocurrido todavía.
El arrebatamiento que se menciona en 1 Tesalonicenses 4:13, en 2
Tesalonicenses 2 y en Mateo 24:29 no ocurrirá antes de que aparezca el
anticristo sino después, antes de que nuestro Señor Jesucristo venga en gloria.
¿Qué dicen nuestros Hermanos dispensacionalistas? Qué la Iglesia será arrebatada
antes de la gran tribulación, ¿Qué dice el Señor en Mateo 24:29? “E
inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá,
y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las
potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo
del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y
verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus
escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”,
¿Cuándo ocurre eso? Después de la tribulación de aquellos días.
Lo que pasa es que al ellos hacer esa diferencia entre Israel y la Iglesia , ellos dicen: Esos
escogidos son solamente los judíos, la Iglesia hace rato que se fue. Pero eso no es lo
que la Biblia
enseña, como hemos enseñado.
¿Qué es lo que enseña Daniel 9:24 a 27? Allí se profetizan cuatro cosas:
En primer lugar el regreso de los cautivos y la restauración de Jerusalén; en
segundo lugar la aparición del Mesías en el escenario de Israel 483 años
después de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén; en tercer lugar, el
rechazo y la muerte del Mesías, lo que trae como resultado, en cuarto lugar, la
destrucción de Jerusalén. Eso es lo que se profetiza aquí.
¿Cómo se cumplieron estas cosas? En ese lapso de tiempo de 490 años, en
tres períodos de tiempo consecutivos, el primero de 7 semanas, 49 años, durante
los cuales Jerusalén fue restaurada con su plaza y su muro en tiempos
angustiosos, como dice el versículo 25; inmediatamente después comienza otro
período de 434 años, que corresponden al período intertestamentario, al final
de los cuales aparece el Mesías en el escenario público de Israel, cuando Juan
el Bautista lo bautiza y Cristo comienza su ministerio. El tercer período de 7
años, a la mitad de los cuales el Mesías fue muerto. Los tres y medio años
restantes probablemente corresponden al tiempo en que el evangelio se continuó
predicando únicamente en los confines del territorio de Israel, o sea que Dios
siguió trabajando con su pueblo, hasta que la persecución de los mismos judíos
provoca que la Iglesia
salga hacia fuera a compartir las buenas nuevas con los gentiles. El último
evento mencionado en la profecía, la destrucción de Jerusalén, en el año 70
después de Cristo, aunque no ocurrió dentro de este período de tiempo de 490
años, se encuentra íntimamente relacionado con lo que ocurrió a la mitad de la
semana 70, cuando Cristo fue crucificado. La destrucción de Jerusalén en el año
70 d. de C., fue un juicio de Dios sobre Israel por haber rechazado a su
Mesías, como vemos claramente en Mateo 23:37 hasta Mateo 24:2.
Y de este modo concluimos el estudio de esta fascinante y extraordinaria
profecía del Antiguo Testamento.
Una vez más reitero que no estaba en mi ánimo ofender a nadie con estas
cosas; pero estamos llamados a proclamar con fidelidad todo el consejo de Dios,
y eso conlleva combatir contra toda distorsión doctrinal. ¿Saben qué Hermanos?
Toda distorsión doctrinal causa distorsión en la vida cristiana práctica.
Y yo quiero ilustrar una aplicación, precisamente, por esa distinción
que el dispensacionalista hace entre Israel y la Iglesia , por eso no nos
extrañe que del dispensacionalismo hayan surgido doctrinas como las del
cristiano carnal, porque Cristo será rey de Israel, pero no rey de los
cristianos. De hecho, Juan Carlos Ryrie, el dispensacionalista dice que:
“…enseñar a las personas que someterse al señorío de Cristo es necesario para
la salvación, es predicar otro evangelio”, que uno solamente es salvo por
aceptar a Jesucristo en su corazón por la fe, aceptarlo como Señor es otra
cosa, dice él. Eso no es lo que la
Biblia enseña. Dios dio los Diez Mandamientos para enseñar a
su pueblo su carácter santo, y Él nos redime de nuestros pecados para que
podamos hacer ahora la voluntad de Dios. Esa distinción radical que hacen los dispensacionalistas
hace daño en la vida cristiana práctica. No es quizás lo que ellos quieren
hacer y hay dispensacionalistas mucho más piadosos que muchos reformados, en la
práctica; yo no estoy diciendo que muchos de ellos son carnales, estoy
diciendo, mis amados Hermanos, que esta doctrina promueve ese tipo de cosas, lo
cual la Biblia
no enseña.
Y digo esto para que no haya personas aquí que digan: -¿Y qué tanto
enredarse la vida con estas cosas?-, no, es que estas cosas tienen
repercusiones, distorsiones doctrinales, distorsiones en la vida cristiana.